martes, 28 de agosto de 2007

Catorce años invictos

Nadie recuerda a un acrobático Fernando Olivero, aquel joven que deleitó a muchos con sus vuelos endemoniados sobre la duela del Palacio de los Deportes jugando para el San Carlos. Pareciera que nadie lo ha tomado en cuenta, a tres años de un silencio ciclópeo, pese a que descollaba como un swingman importante para el futuro del baloncesto dominicano. Era sagaz, potente, osado, extrovertido, avispado, sin miedos y por demás, llevaba un apodo que por respeto a los lectores evitaré mencionar. Novato del Año 2004 en el baloncesto del Distrito Nacional.

Buen lance exterior, potente y exquisita terminación, excelente defensa aérea para un jugador de su posición. Rápido, seguro, eficiente; quizás lo único que le faltaba era un poco de instrucción, aunque se encontraba a las puertas de iniciar una carrera universitaria. Era un joven con todo el futuro por delante. Quizás ya hubiese estado en la selección superior.

Estuvo en el combinado sub-21 que llegó al Panamericano de Hamilton (Canadá) del año 2004, el mismo evento donde perdimos para siempre a Charlie Villanueva y donde también estuvieron Chris Paul, Hassan Adams, Adam Morrison, Sean May, Caio Torres, Ricky Sánchez, Peter John Ramos, José Juan Barea, Marcus Vinicius Toledo, Matías Sandes y Levon Kendall.

En el vuelo de regreso, vía Nueva York, Olivero se quedó en la gran urbe americana. Había en el ambiente esa posibilidad, y quizás era quien menos la manifestaba, otros estaban más ansiosos. De ese grupo solo Manuel Fortuna ha podido escalar a la selección máxima del país.

En días pasados sucedió algo parecido con la jugadora Yahaira Montilla, quien estando en Puerto Rico no regresó con el seleccionado nacional. Para el presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), ingeniero Frank Herasme constituyó un hecho aislado y “es el primer caso de deserción en 14 años”. La última persona que recuerdo resultó Casilda Clemente también en Puerto Rico en 1993… de ella tampoco se ha vuelto ha saber nada.

Estos casos van más allá de lo deportivo. La emigración de estos elementos ya formados y con talento, para no regresar, es impulsada por la falta de oportunidades propia de nuestros países. Lo lamentable es que ya jamás se interesarán por el deporte de su preferencia. Así perdemos una inversión realizada, pues nuestros gobernantes no toman en consideración el esfuerzo de la colectividad por mejorar el nivel de vida del individuo. No podemos olvidar que la República Dominicana está entre los cinco países en desarrollo que más mano de obra aporta a los Estados Unidos y Europa, según cifras del Banco Mundial.

En el caso de los hombres, que juegan al baloncesto, es menos entendible la situación, pues el actual sistema de competencias les permite agenciarse sumas atractivas. Las mujeres por su parte, lo tienen muy cuesta arriba.

Recordar que la señorita Montilla es sobrina de la doctora y ex jugadora Cristina Montilla es una observación objetable, traída por los moños y de muy mala leche. Quien se acordó, no se sabe con que fines, hay que bajarle el dedo, como en el Imperio Romano.

Aunque no comparta las decisiones tomada por Casilda, Yahaira y Fernando en su momento, mis respeto hacia ellos, pues a muchos nos llenaron de emociones. El recuerdo siempre presente y la esperanza de que este deje de ser “un país rico, mal administrado” (Joaquín Balaguer, agosto 16 del 1986).

Luis R. Madera Campillo

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