jueves, 13 de septiembre de 2007

El otro lado del mundo también existe… 3 (tres)

Los soviéticos ya no existen. Solo son una retentiva, pero aquellas cuatro letras en el pecho de las delegaciones deportivas, CCCP, aún asustan. Hoy se han disgregado, y forman más de una docena de naciones entre las que se encuentran Rusia, Lituania, Estonia, Letonia, Ucrania, y otras con nombres más musicales. Tan extenso era el territorio de lo que se llamó Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que solo otras pocas letras podían seguir su paralelismo en eventos deportivos, los Estados Unidos, que llevan en el pecho solo tres caracteres: USA.

Hace dos años saltó a las competiciones europeas con el uniforme ruso un menudo hombre de nombre Jon Robert Holden, apenas 6-01 (1,85), de color, nacido en Pittsburg (Pennsylvania) y formado en la modesta Bucknell University. Al terminar su periplo colegial saltó a Letonia, pasó dos años en Bélgica y recaló en el temido AEK griego, donde impacto, ganó el campeonato y fue escogido para participar en el juego de estrellas del circuito. El poderoso CSKA de Moscú, nada más y nada menos bajo la égida de Alexander Gomelskiy y el ex jugador Sergey Kushchenko, lo captó y no ha parado más, se ha convertido en la bestia negra de sus rivales: un titulo de la Euro-Liga , un sub campeonato de la Euro-Liga , seis veces triunfador del certamen ruso y tres veces se anexó la Copa de Rusa.

Holden es el único norteamericano con pasaporte ruso; no voy a negar que estuviera a punto de perder la cabeza para confirmar esta información entre tantas páginas escritas en cirílico. Encontré al conocido Jerry McCullough, quien agota su segunda campaña en tierras de las estepas y a dos de estos lados: el argentino Antonio Porta y a David Vanterpool de Islas Vírgenes.

Maurice Whitfield, otro gringo, juega para la República Checa , pero acciona en la liga griega. Con 6-02 (1,88) se desempeña en las posiciones uno y dos. Nacido en Philadelphia, hace 33 años, obtuvo el pasaporte checo hace dos años y desde entonces está llamado al ser el conductor de ese quinteto junto a Jiri Welsch. Jugó para Norfolk State University entonces en División II y después estuvo en América del Sur y Croacia.

Jeron Roberts, otro americano sobre los 30 años y bajito de estatura, solo 6-04 (1,93) juega para Israel y estudió en la gélida Wyoming, pese a ser californiano. La pasada estación jugó para el Limasol de Chipre, pero para la próxima cambiará de aires. Así son los tiempos que corren, más cuando en la mayoría de los casos basta solo el pasaporte de la Comunidad Económica y tantísimos recursos más.

Demond Greene (6-01), con un lance endemoniado, aunque su nombre esté cerca de un cóctel llamado Green Demon, que combina vodka, ron, Midori y jugo de limón, juega para Alemania. Las selecciones europeas se han inclinado por hombres que sepan mover el balón, tiro de distancia y control del juego.

Estos son los únicos cuatro americanos jugando en el Euro-Basket 2007, pero hay de otras latitudes. Ademola Okulaja (6-08) de Nigeria juega para Alemania después de haber estado envuelto en el programa de la Universidad de Carolina del Norte; Elvis Evora (6-09) de Cabo Verde lo hace para Portugal; el delantero francés Florent Pietrus (6-07) nació en la cercana isla de Guadalupe; el griego Lazaros Papadopoulus (6-11) nació en Rusia y allá juega; el italiano Angelo Gigli (6-09) también nació en la heladas tierras rusas; y el turco Emal Kuq Kurtoglu (6-10) nació en Albania.

Respecto a las nacionalizaciones, no es un vector nuevo en el viejo continente. España nos deslumbró con Wayne Brabender y Clifford Luyk, aquello era estirpe de la más selecta. Después agregó a Juan Domingo De La Cruz (argentino) y Antonio –Chicho- Sibilio, ambos jugadores del Barcelona y José Luis Díaz, de origen venezolano, que estuvo en selecciones menores. Más tarde, Mike Smith, un alero demoledor y Chuck Kornegay, un pívot que no resultó ni chicha ni limonada.

Israel ha tenido a muchos, lo mismo pasa con Francia, que además suma un amplio territorio en ultramar, Alemania e Italia, que por demás, tiene una amplia inmigración en todos los rincones del mundo, pero que se ha servido de nombres como Mike D’Antoni (entrenador de Phoenix Suns), Dan Gay, Dante Calabria y un fortísimo Joseph Blair, egresado de la Universidad de Arizona.

La figura del jugador comunitario ha roto fronteras y es fácil encontrar un país dispuesto a extender un documento de nacionalidad… así, en la plantilla del TAU Cerámica 2007-08 de 13 jugadores en roster, solo hay dos españoles, Sergi Vidal y José Fernández, después tenemos 3 americanos, 1 serbio, 1 lituano, 1 brasileño, 1 argentino, 1 croata, 2 bosnios y 1 turco.

La ultima novedad es Nedzad Sinanovic (7-04), selección en Pórtland en el 2003 que acaba de obtener la ciudadanía española para jugar con el Real Madrid, pese a que no ha llegado a convertirse en el lugar que todos esperaban.

Seguir la pista a estos hombres, a todo este entramado tan vasto, es casi imposible, se necesitaría tiempo para estar a caballo de los mismos. De todas formas, los equipos europeos han instituido una organización al mejor estilo del profesionalismo, hay figuras especializadas para todo.

Comparaciones… Cervantes dijo, “toda comparación es odiosa”, pero muchas veces se tornan divertidas, se podrían hacer bajo distintos criterios y en condiciones muy diversas.

No muchos tienen aún pasaporte dominicano, pero hay un tratado que permite a jugadores de esta parte del mundo incursionar en aquellas tierras. Lo más sonado ha sido la nacionalización de Josh Asselin, un buen jugador, pero tres preguntas saltan de inmediato: ¿era el jugador que necesitábamos?... ¿cuándo volverá a defender nuestra camiseta?... ¿buscó una estancia de días –bien pagada- en la República Dominicana sólo para mejorar su situación contractual?... las respuestas, quizás nunca las tengamos.

Luis R. Madera Campillo