viernes, 13 de febrero de 2009

El Madrid 'ficha' a Pepe y Llull hunde al Maccabi


El Real Madrid reservó su mejor partido de la temporada para el duelo con el Maccabi Tel Aviv, el rival que le frustró el sueño europeo la pasada temporada. Bullock y Reyes redondearon la gran labor de los bases y propiciaron un basket-average a favor que encarrila el Top 16.

En baloncesto, como en otras facetas de la vida, hay veces en que 1+1 no suman 2. La estadística dijo que Pepe Sánchez y Sergio Llull acabaron el partido con +1 y +8 de valoración, respectivamente. También que el otro base blanco, Raúl López, no jugó por lesión. Y que Arroyo, el puertorriqueño que maneja los hilos del Maccabi, firmó +22. A ojos vendados temeríamos una victoria fácil de los israelíes, pero el clásico, que cumplió su capítulo número 38 en Copa de Europa, nos dejó el triunfo del Real Madrid por 98-79. Con el nombre de Pepe destacado... y el de Llull en mayúsculas y negrita. Rompamos la estadística, hay veces que miente. Caprichos del baloncesto.

También los gestos juegan en este deporte. Por ejemplo, la bronca continua de Arroyo y Eliyahu, síntoma de que este Maccabi no es el mismo que el irascible Gershon dejó tras dos títulos europeos. Ese malestar se agravó con dos jugadas que dieron al Madrid la inercia que requería. Justo en la última jugada antes del descanso, cuando Hervelle clavó un triple de ocho metros que abría puertas al campo (42-36, máxima ventaja en los dos primeros cuartos); y en la primera acción del último cuarto, con triple de Bullock en el que el balón subió hasta el cielo de Vistalegre antes de disparar la euforia de la grada (73-61). Era el antídoto al avance de los israelíes, que en el sprint del tercer cuarto sumaban de tres en tres: dos triples de Sharp, uno de Brown y un 2+1 de Arroyo les mantenían vivos. Y era la mejor forma de romper la zona a la que se abonó el Maccabi la mayor parte del encuentro.

Fue entonces cuando reaparecieron los fantasmas del pasado, los que hace apenas un año, en otro Madrid-Maccabi, se llevaron en volandas un partido que los blancos tuvieron en la mano. La vuelta de Llull a la cancha -merecido respiro para Pepe- y su inmediata cuarta personal fue un amago de esos temores, pero sólo eso. Arroyo cedía el testigo a Eliyahu y Sharp, el joven y el viejo, sus mejores aliados. Pero eso no bastaba, porque entonces en el Madrid jugaban todos, con Bullock de pasarela y Reyes en capitán, rebañando todo lo que Fisher y Gaines no podían poner a buen recaudo.

Surge Llull.
Y faltaba Llull, que está en todas las salas de este Madrid. Ha crecido tan rápido que apenas nos hemos dado cuenta. Incluso con cuatro personales pidió el balón, fue capaz de templar el pulso y encadenar tres triples con los que dejó al Maccabi tambaleando en este Top 16 que ahora les pinta oscuro. Las derrotas por 20 puntos en Barcelona y por 19 en Madrid les han quitado las ganas de pisar por aquí durante un tiempo. La venganza se sirve fría, pero no sabíamos que una vendetta de ese calibre podía llevar tanto calor a Vistalegre.

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