jueves, 9 de agosto de 2007

"Tal vez no tenga otra oportunidad"

El entrenador jefe de la selección Argentina, Sergio Hernández, expresó sentirse mejor entrenador que antes de asumir y que si se va por no clasificar será algo muy difícil de digerir. Además en esta charla con el matutino Olé comentó los planteos de la selección en el preolímpico. Una nota que los entendidos de este deporte no se pueden perder.
A 14 días del debut en el Preolímpico, cuando la etapa preparatoria ya superó la mitad del recorrido y apenas quedan cuatro partidos de fogueo, el DT Sergio Hernández tiró las cartas sobre el paño en un mano a mano con Olé. No se guardó nada, habló de básquet y del torneo que definirá su continuidad...

—¿Cómo jugará la Argentina en Las Vegas? Empecemos por la defensa.

—Hay ideales y realidades. Queremos obligar a nuestros rivales a jugar cinco contra cinco, no permitir el ataque rápido y que tengan ventaja. Tenemos como regla del balance defensivo que tres hombres regresan y dos van al rebote de ataque. Trataremos de obligar al oponente a que trabaje mucho las ofensivas o que caiga en situaciones de ansiedad o apuro que signifiquen un rédito para nosotros. Tenemos que provocarlos para que no puedan ejecutar su mejor opción y llevarlos a que trabajen sobre sus opciones B o C.

—No van a defender en zona. Tus equipos generalmente no lo hacen.

—Pocas veces. Prefiero variar la manera de defender hombre a hombre y no recurrir a las defensas de zona, que necesitan de mucho trabajo y en la Selección no es fácil de lograr.

—¿Y en ataque?

—No resignaremos el ataque rápido por miedo a perder pelotas. Amo el ataque rápido. Después, la primera opción será el juego interior. Y luego lo que la ofensiva vaya dando, con mucha lectura de juego. Debemos buscar más equilibrio en ofensiva y no tomar tantos tiros externos. La idea es partir de adentro hacia afuera. Lo ideal sería convertirnos en un equipo muy veloz para definir de contra y si no jugar dentro-fuera, dar vuelta el balón, pase extra y canasta, uno contra cero. Para lograr el máximo potencial se debería jugar sin forzar situaciones.

—En tu cabeza, ¿cuántos puntos sumas de ataque rápido y transición antes de caer en un cinco contra cinco? Tu ideal también es el ideal del rival.

—Seguro. Contra equipos organizados no podemos esperar más de ocho puntos de contra y otros seis u ocho de ataque secundario.

—Es posible entonces que tengas 50 posesiones de cinco vs. cinco.

—Más que eso porque equipos como Puerto Rico, Panamá, Islas Vírgenes y hasta Brasil toman decisiones rápidas y te devuelven la bola muchas veces.

—¿Y cuáles son las opciones en el cinco contra cinco según tu ranking?

—Deberíamos empezar por el juego interior como meta. También tenemos ofensivas con bloqueos múltiples para los tiradores y el acento está puesto en Delfino y Quinteros, que son criminales. Después de ataque rápido, lo general es poner la pelota en la pintura, para eso lo armamos.

—¿Es probable que repitas la fórmula de los tres jugadores bajos?

—Tal vez, pero mucho menos que en los amistosos porque sin Sandes, acá sólo quedó Kammerichs de alero. También ahora usé doble base, pero por necesidad. No veo que lo pueda hacer allá porque Prigioni y Porta no sienten jugar de ayuda. De escolta, Quinteros no apareció en su dimensión pero puede hacerlo en cualquier momento.

—¿Le recomendás algo a Scola para que no se cargue tan rápido de faltas?

—El ya tiene esa tendencia, incluso en sus equipos. Acá está tomando un rol que recién empezó a tener en la Selección desde el Mundial de Japón. El venía, en la época de Magnano, de atrás de Wolkowyski, jugaba 20 minutos. Hoy tiene otro rol, debe saber que los siete minutos finales debe estar en cancha y con posibilidades de hacer algún foul. Tenemos que esperar que pase el tiempo y que Luis se acostumbre, también, a que es casi la principal vía de gol del equipo. Acá, ahora, tendrá pocas situaciones de ventaja porque la atención defensiva estará sobre él. Antes, la atención estaba más en Ginóbili, Nocioni, Oberto y el resto tenía situaciones de ventaja. Ahora, beneficiados por Scola, tendrán más libertad González, los Gutiérrez, Leiva, Kammerichs o los tiradores. Delfino y Scola serán el centro de atención y ellos se tienen que acostumbrar a esa situación. Así le pasó a Luis en Tau, los últimos años, y fue la figura del equipo.

—Fuera del deseo, si fueras un observador objetivo, ¿qué chance tiene la Argentina en Las Vegas?

—Nos toca una zona en la que se puede perder algún partido. Pero con un alto grado de concentración y, sin subestimar a nadie, tenemos muchas posibilidades de ganarla. Sería el primer paso, que nos llevaría con suma de puntos ideal a la 2 fase. Si eso sucede, entramos con ventaja sobre Puerto Rico y Brasil. Ganar al principio crea estados anímicos favorables y te potencia. Acá hay que terminar segundo o tercero la rueda final para esquivar a EE.UU., en el cruce de semifinales, ya que suponemos será primero. Y el cruce de semis es un partido, 40 minutos, una final, que imagino cerrada y que siempre se define al final.

—Tenés ocho partidos seguidos. ¿Qué opinas?

—Lo hablé con el PF y los médicos. Se trata de igualar a todos en su condición física. Lo ideal es llegar enteros al torneo, anticiparnos a cualquier riesgo de lesión. También yo tendré que hacer una rotación inteligente para dosificar los esfuerzos de cada uno. Pero no quiero que el equipo regule la intensidad por partido, quiero que los jugadores sepan que soy yo el que regula la intensidad y no que cada uno elija si tal o cual partido lo juega al 100% o no. En cancha, el jugador debe jugar siempre al 100%.

—Ganaste muchos títulos con clubes en la Liga. Imagino que si Argentina no se clasifica en Las Vegas vas a dejar el seleccionado muy caliente.

—Seguro, seguro. También tengo claro que tal vez no tenga otra oportunidad. Pero la Selección me dejó una experiencia única en la vida. Y hoy soy mejor entrenador que antes de asumir, aunque haya sufrido como un perro muchas cosas. Lo que es cierto, por mi forma de ser, es que si no clasificamos me voy a ir de la Selección con una sensación tremenda de derrota que me costará digerir.

Fuente: Olé


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