domingo, 15 de julio de 2007

PUERTO RICO: Recorre los 100 x 35 para saludar a su Isla

El armador sobrevoló el País haciendo cuatro paradas para compartir.

En Atenas 2004, el baloncelista Carlos Arroyo recogió a Puerto Rico entre sus manos y lo levantó orgullosamente para que el mundo lo viera.

Ayer, a ese mismo Puerto Rico lo volvió a recoger en unas horas de viaje en helicóptero y redescubrió de qué está hecha esa isla que levantó entre sus manos.

“Puerto Rico es pequeño... en el mapa es pequeño. Pero no lo es”, dijo Arroyo en un momento del viaje en helicóptero, mientras sobrevolaba el área Sur de la Isla, cerca de completar la mitad del viaje.

Al final del viaje, el Arroyo ya se había dado cuenta de cuánto es Puerto Rico. Arroyo, de 28 años, no ha vivido en Puerto Rico a tiempo completo desde que se fue a terminar la escuela superior en Estados Unidos.

“Si orgulloso estaba de mi país, ahora más. Lo aprecio más por los paisajes y por su gente que uno no tiene la oportunidad de conocer. Me siento bien orgulloso”, dijo.

Arroyo tuvo esa oportunidad reveladora gracias a un viaje promocional con su auspiciador Mc Donald’s, que le llevó ayer a los cuatro puntos de Puerto Rico, en donde le esperaban grupos de fanáticos para estar cerca del baloncelista de Fajardo.

Su natal Fajardo, la tierra de los Cariduros, fue el primer punto de parada. Ese tipo de visitas son peligrosas porque son capaces de demostrar que no se es ‘profeta en su tierra’.

Arroyo estuvo a gusto con la fanaticada que asistió. Entre su fanaticada estaban sus padres y abuelos maternos.

“No sé. No sé qué decir. Esperaba que en Fajardo hubiese más gente, pero hubo lo suficiente para compartir y pasarla bien”, dijo.

Pero Guayama, la ciudad de los Brujos, el segundo punto de parada, fue el pueblo que le llegó a hondo al baloncelista.

Allí le esperaban grupos de equipos de baloncesto de categorías menores de Guayama y el vecino pueblo de Arroyo, el de los Bucaneros. Había música y centenas de fanáticos.

“Todos el mundo se portó muy bien, pero Guayama nos tenía un ‘caldero’ esperando allí”, dijo con sentido figurado.

No menos a gusto quedó Arroyo con el recorrido por el norte de la Isla, en donde el helicóptero reveló unas vistas aéreas imposibles de ver por otros medios de transporte: los farallones de las Cuevas de Camuy, la Ciudad Romántica, y el radiotelescopio de la Villa del Capitán Correa (Arecibo), más las costas y playas de la Atenas de Puerto Rico: Manatí.
Eso fue entre Mayagüez y Guaynabo, que fueron, en ese orden, los otros dos puntos de parada en la gira. Además fueron pueblos en que también hubo fanaticada para recibir a Arroyo.

La fama de Arroyo explotó hace poco más de tres años, luego de Atenas 2004, y sigue viva gracia a aquel Puerto Rico que entonces levantó.

Cerca está otra oportunidad de reavivar esa fama: los Juegos Olímpicos Pekín 2008. Si clasifican, Arroyo podría tener otro momento de gloria.

“De hace tres años para acá, ha sido un sueño, ha sido impresionante lo que ha sido mi camino”, dijo.

Por Fernando Ribas Reyes / end.fribas@elnuevodia.com

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