sábado, 1 de septiembre de 2007

¡Hagan juego señores!

Hoy es el gran día de este Pre-Olímpico de Las Vegas. Mañana es puro trámite. Como si los días anteriores no contaran en el calendario. Se define quienes irán a China y quienes acompañarán a Canadá en el repechaje, que tiene fecha (7-13 de julio, 2008), pero no sede. A primera hora Argentina y Brasil y más tarde Estados Unidos y Puerto Rico.

No debería haber extrañezas. Estados Unidos es el lógico candidato a la primera localidad y detrás los argentinos que han jugado el mejor baloncesto del certamen. Los cuatro antagonistas de ocasión ya se vieron las caras y los antecedentes no dejan espacio a la especulación.

Este Dream Team no termina de cautivar, un desfile refulgente de suertes, pero nada más. Magic Johnson de visita en la ciudad lo ha destacado: "el único fue el del 1992. Este es un gran equipo pero no es un conjunto de ensueño". El colofón lo pone Carlos Morales, el ya legendario entrenador de Puerto Rico (pese a su juventud) y aventajado comentarista de ESPN: "para ellos no solo está la victoria, sino también la humillación".

Es una pesadilla que se arrastra. Para mi, nada más patético que la entrega de medallas en el Mundial de Toronto (1994). Como diría esa otra deidad de la escritura periodística, Rolando Guante, ¡que escasez de calidad humana!

Argentina demostró cada noche que es un equipo formal, más allá de lo que se podía imaginar. Frente a los americanos, en un choque sin importancia se plantó y demostró su bien ganado crédito. Es que este grupo, con sus máximas figuras o sin ellas, es solvente, siempre sensato, eficiente y confiable. Al punto de que el mismo Mike Krzyzewski en elogios para Luis Scola indicó: "te quiero siempre en mi equipo o lejos de el".

Los brasileños reviven, lejos de casa un clásico sudamericano, pero casi fuera de toda concentración. La última novedad, el intento de Marcus Vinicius contra su entrenador Lula Ferreira, de quien señaló: "está perdido, el equipo no tiene táctica, ni jugadas de ataque bien diseñadas y fallas enormes en la rotación". Algo no anda bien dentro de la verdeamarella. El descalabro frente a Puerto Rico motivó la conjura de los jugadores y anunciaron quienes definirán las jugadas y que tiempo va estar cada uno en la duela. Posiblemente, a estas alturas, no sea suficiente el: "estamos hermanados para volver a unos Juegos Olímpicos". Los brasileros no están en un evento de esa envergadura desde 1996.

A favor de los cariocas hay que decir que tienen enormes individualidades y serán siempre un fuerte escollo para cualquier rival. El pasado miércoles cuando ambos chocaban en la pista, Brasil mostró todas sus variantes y Argentina no cumplió como un reloj suizo.

La noche también marcará la abdicación del entrenador que cargue con el revés. Sergio Hernández fue más categórico: "si pierdo presento la renuncia". En sus manos la albiceleste siempre ha estado en grandes momentos, pero ha faltado vencer el último escollo; sucedió igual en Santo Domingo 2005 y en Japón 2006.

Puerto Rico cumplió, muy necesitado, pero plasmó su dilatada tradición panamericanista. La tarea frente a los Estados Unidos es titánica, descomunal, vasta. Soñar con un partido como el de 1976 con Butch Lee al comando de las acciones o un triunfo como el de Atenas es impensable, pero restan 40 minutos para lograrlo.

Los boricuas deben de buscar un técnico de más tonelaje y mayor control sobre los jugadores e iniciar un profundo proceso de renovación, especialmente en las posiciones cercanas al aro. Hay un talento joven envidiable con Víctor Dávila (6-09/2,05), Jorge Bryan Díaz (6-11/2.10), Ángel García (6-10/2,08) y Luis Colón (6-10/2,08). Amen de la posibilidad de la nacionalización de Marcus Fizer (6-10, 260 libras y uno de los grandes refuerzos que ha jugado en Puerto Rico),

Quedó evidenciado que el baloncesto internacional rinde beneficios a aquellos que trabajan como bloque, que definen su estilo y su concepto y donde la afinación es la nota del momento. No hay secretos, velocidad e improvisación son solo aspectos de un soplo.

Todo se resume en el movimiento del balón, control del compás, la caricia sobre la pelota, claros sistemas ofensivos y la eliminación de la simple treta de canasto por canasto. La apuesta pasa también por defender incansablemente, desarmar al contrincante física y psicológicamente, llevarlo a la desgracia de no ejecutar, impedirle conseguir su ritmo y cerrar espacios. Jugar sin egolatrías coloca a los equipos de hoy frente a las epopeyas.

Me pregunto aún si Marcelo Nogueira, ese otro gran analista del ESPN y de los capos del argentinísimo diario deportivo Olé habrá apostado un duro en Las Vegas o habrá resistido todo acicate. Pero esta tarde, ¡hagan juego señores!

Por Luis R. Madera Campillo

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