jueves, 27 de septiembre de 2007

Con Bell fuera, Kirilenko...¿dentro?

En secreto y sin que nadie lo viera, Charlie Bell había estallado de alegría y se imaginaba vestido con el uniforme del Heat de Miami al lado de Shaquille O'Neal y Dwyane Wade, intentando la búsqueda de un título de la NBA.

Pero no hay nada más cruel que una ilusión rota, destrozada, aunque con ese golpe venga también la confirmación de que se ganará un salario de $18 millones en los próximos cinco años.

Por alguna razón todavía no muy clara, a Bell no le importa este dinero, o si le importa, sólo que le gustaría ganarlo en Miami en vez de Milwaukee.

Siempre es mejor gastar al abrigo del sol que bajo la nieve, y si alguien no lo cree que le pregunte a los turistas.

En su fuero interno, Bell estaba convencido de que el elenco de los Bucks no iba a igualar la oferta que puso sobre la mesa el presidente y coach del Heat, Pat Riley, otro que anda desesperado por sumar piezas a su andamiaje de equipo.

A principios de semana, Bell comentó que los Bucks no deseaban ofrecerle un contrato a largo plazo. Antes de que el Heat lo tentara, estaba sopesando una oferta para jugar en Grecia y cuando alguien en la NBA prefiere irse fuera de Estados Unidos antes de permanecer en la liga, eso dice mucho de sus relaciones personales y deportivas.

Bell, para decirlo de una manera figurada, ya tenía las maletas listas para largarse de Milwaukee y entrar por la puerta de la Arena American Airlines, pero a última hora los Bucks han dicho que de eso nada.

Y ahora el hombre se siente frustrado, deprimido, aunque -valga la pena repetirlo, ganará $18 millones las próximas cinco campañas. Tal vez para algunos la ausencia del Sol es demasiado insoportable.

Lo interesante es que la historia de Bell se entrelaza de cierta manera con la de Andrei Kirilenko por la vía del Heat, que está abocado a encontrar refuerzos de cara a la nueva campaña que comenzará el próximo primero de noviembre.

El estelar delantero ruso, aun fresco de ser nombrado Jugador Más Valioso del EuroBasket que se disputó en España, anunció ayer que no quiere seguir en las filas del Jazz de Utah debido a su entrenador, Jerry Sloan.

''Siento que ya no progreso como jugador. Quiero jugar y disfrutar del baloncesto, no ser un robot y una tuerca del sistema de Sloan'', señaló en su blog Kirilenko, un jugador que no precisamente sobresale por revelar sus ideas a los cuatro vientos.

Kirilenko es disciplinado, obediente y sabrá Dios qué resortes habrá empleado Sloan -alguien que se caracteriza a sí mismo como de la vieja escuela del básquetbol- para doblegar su voluntad y hacerle entrar al redil del Jazz.

La ecuación aquí es bien simple: Bell no puede venir de Milwaukee y Kirilenko está loco por irse de Utah, y Miami no ve la hora en que pueda fortalecer su alineación con un jugador de peso.

Y, que me perdone quien crea lo contrario, entre uno y otro prefiero al ruso con los ojos cerrados. Su caso es el de alguien que se siente asfixiado dentro de un sistema que, según él, no le permite crecer y desarrollarse.

Estoy seguro de que esta idea le está pasando ahora mismo por la mente a Riley, quien no ha dudado en su historia como presidente del Heat en hacer canjes de peso, como el del propio O'Neal o más atrás, Alonzo Mourning.

Pensarlo, lo está pensando. Lograrlo es otra cosa, porque hay envuelto mucho dinero y decisiones que implicarían a otros jugadores, pero es mejor no romperle la ilusión a Riley que ya ha sufrido bastante en esta pretemporada aburrida y densa.

Después de todo, no hay nada más cruel que una ilusión rota.

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